30 oct 2015

Raiz Andaluza

Joaquín Turina
París, finales de 1905. En el Hotel Kléber se encuentra dando clases de piano y composición, con Moritz Moszkowski, Joaquín Turina. Además, y también por mediación de su amigo Joaquín Nin, se inscribe en las clases de composición de Vicent D’Indy en la Schola Cantorum. En esta, su etapa parisina, Turina escribe varias obras, en las que poco a poco va alejándose de la influencia francesa para acercarse, cada vez más, a sus raíces andaluzas. Un año antes de su regreso a España, motivada por el estallido de la Primera Guerra Mundial, escribe la que sería su cuarta obra para piano, precedida de Sevilla Op. 2 (1908), la Sonata romántica sobre un tema español Op. 3 (1909) y Rincones sevillanos Op. 5 (1912). Hablamos de sus Tres danzas andaluzas Op. 8.
Aunque en la Société Nationale de París, tuviesen rarísima cabida los compositores extranjeros, Turina consiguió presentar, teniendo una excelente acogida, esta  obra el 1 de febrero de 1913.


Tres danzas andaluzas, Op. 8
1.- Petenera. 2.- Tango. 3.- Zapateado
Antonio Soria, piano.

La primera pieza, “Petenera”, está dedicada a Manuel Herrera y presenta una bella melodía a modo de poética sugerencia.
El “Tango”, está dedicado a Eduardo Torres, organista de la Catedral de Sevilla. Según Menéndez Aleyxandre “es una página de fácil ejecución pero de difícil interpretación”, con la que se consigue una gran expresividad.
Y por último, el incisivo “Zapateado”, dedicado a Laura Albéniz, hija del compositor. Se trata de una pieza de gran virtuosismo en la que el canto prevalece sobre el frenesí rítmico de la danza.
Admiremos el arte de este andaluz que, gran conocedor de los recursos del piano, fue capaz de extraer del mismo todo su potencial expresivo, para gozo y disfrute nuestro.

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